Algunas de las cosas que más nos interesan a la hora de enviar un correo electrónico es tener la certeza de que ese correo ha sido recibido y leído así como que tenga una validez legal. En especial, cuando se trata de temas importantes que pueden conllevar algún interés legal.
Aunque desde el punto de vista legal un correo electrónico puede ser aceptado como una prueba, existen diversos factores que pueden fortalecer o debilitar ese mismo correo electrónico como prueba.
Desde el punto de vista legal, un correo electrónico prueba que un determinado mensaje ha sido enviando desde una determinada cuenta y recibido en otra determinada cuenta. Pero, según la interpretación de un juez, esto puede o no garantizar fehacientemente que el mensaje haya sido mandado por la persona propietaria de la cuenta emisora y/o recibido por la persona propietaria de la cuenta receptora. Por lo tanto, es más que recomendable aportar pruebas sobre la propia autenticidad del correo. En pocas palabras, probar la prueba.
Una forma muy práctica de hacerlo es utilizar los servicios de un tercero que certifique el contenido del mensaje, momento exacto de su envío, la cuenta del emisor y receptor, etc.
Un servicio de este tipo es eGarante que actúa como testigo independiente del contenido, fecha, destinatarios y emisores de los correos electrónicos enviados y recibidos. El servicio no es para uso comercial y no te cuesta nada. El servicio de eGarante brinda la suficiente seguridad y credibilidad que, incluso, es utilizado por la Guardia Civil Española para certificar una información o una denuncia on line.
Aquí podemos ver en 99 segundos cómo funciona eGarante.
Como ves, eGarante es una herramienta muy fiable y gratis que puedes utilizar para certificar tus correos electrónicos que lo requieran y facilitarte la resolución de cualquier controversia. Así, te enfocas en cómo resolver el problema y no en andar viendo la manera de probarlo. Una de las mejores maneras de probar la prueba.
Si, ya sé que eso de probar la prueba es como rizar el rizo pero, como decía el abuelo, “más vale prueba en mano que ciento volando”.